Liturgia

La liturgia es la celebración del Misterio de Cristo y en particular de su Misterio Pascual (Crucifixión, muerte y Resurrección de Jesucristo).

Mediante el ejercicio de la función sacerdotal de Jesucristo, se manifiesta y realiza en ella, a través de signos, la santificación de los hombres; y el Cuerpo Místico de Cristo, esto es la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público que se debe a Dios.

La liturgia, acción sagrada por excelencia, es la cumbre hacia la que tiende la acción de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de la que emana su fuerza vital. A través de la liturgia, Cristo continúa en su Iglesia, con ella y por medio de ella, la obra de nuestra redención.

¿Cómo colaborar?

Mediante el ejercicio de la función sacerdotal de Cada fiel cristiano está convocado para celebrar la liturgia según el oficio que le es propio. De ahí que en cada celebración litúrgica pueda ser necesaria tu ayuda: lectores, cantores, servidores del altar, preparación de las celebraciones…

Además de participar espiritualmente en la liturgia de la Iglesia a través de los sacramentos, sacramentales u otros actos de piedad, también puedes prestar tu ayuda y ofrecerte para colaborar en la preparación de las celebraciones y en los diversos servicios litúrgicos.

¿Quiénes celebramos la liturgia?

En la liturgia actúa el «Cristo total» (Christus totus), Cabeza y Cuerpo. En cuanto sumo Sacerdote, Él celebra la liturgia con su Cuerpo, que es la Iglesia del cielo y de la tierra. La liturgia del cielo la celebran los ángeles, los santos de la Antigua y de la Nueva Alianza, en particular la Madre de Dios, los Apóstoles, los mártires y «una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas» (Ap 7, 9). Cuando celebramos en los sacramentos el misterio de la salvación, participamos de esta liturgia eterna.

La Iglesia en la tierra celebra la liturgia como pueblo sacerdotal, en el cual cada uno obra según su propia función, en la unidad del Espíritu Santo: los bautizados se ofrecen como sacrificio espiritual; los ministros ordenados celebran según el Orden recibido para el servicio de todos los miembros de la Iglesia; los obispos y presbíteros actúan en la persona de Cristo Cabeza.